El viaje más largo de mi vida fue cuando pretendí ir hacia a ti a expresarte los desequilibrios emocionales que en mí producías, ese viaje inició después del día que te vi por primera vez, yo todavía no lo sabía, y sin poder darme cuenta llegué a parar a la estación del tren después de 5 años, fue entonces que ahí me encontré, esperando nuevamente. Todos sabían que cualquiera que tomara ese tren tenía un propósito ideal, el cual era llegar a la parada final del encanto y el enamoramiento, sin embargo muchos éramos arrojados en la estación de los sueños y corazones rotos sin previo aviso.
Pasaron tres días desde que había llegado a la estación, tres días varado en el limbo de las emociones perdidas y encontradas, sabía que podía irme en cualquier momento, o por lo menos eso quería creer, sin embargo había una fuerza sobrenatural que parecía sacada de una película de ciencia ficción que me obligaba a detenerme y a esperar. Fue entonces cuando ella apareció, era algo extraño verla ahí, pues quizá también buscaba aquel propósito, ese que todos anhelaban, el poder llegar a la estación final.
Tímidamente la miré, tenía el cabello medianamente largo y lacio, llevaba puesta una ropa que aparentaba ser bastante cómoda, algo así cómo lo que uno usa para estar en casa un fin de semana por la tarde; sus ojos emanaban un aura puramente hermoso, los cuales se proyectaban con la luz solar y que cuyo impacto sólo era comparable con la calidez de su sonrisa; decidí acercarme, yo era un tipo al cual el socializar con la gente no se le daba muy bien, ella por el contrario daba la impresión de ser una persona bastante elocuente y amigable; era la segunda vez que la veía, y por lo tanto me interesaba saber más sobre ella. Cuando comenzamos a conversar algo inusual ocurrió, un extraño portal se abrió, era algo parecido a un agujero de gusano, cómo los que nos suelen mostrar en documentales sobre el universo o que vemos en películas de viajes en el tiempo, de pronto ella me tomó de la mano y caminamos hacia aquella cueva deforme e inestable; al ingresar mis ojos se llenaron de luces multicolor y sin darme cuenta ya habían pasado 8 días desde que llegué a la estación del tren, el tiempo había avanzado tan rápido que no tenía manera de explicarlo, sin embargo pese al salto temporal inmediato, sentía y tenía recuerdos bastante agradables con ella, quizá debió ser algo similar a lo que acostumbra a decir la gente: 'Cuando la pasas bien el tiempo vuela', pues parece qué fue así, quizá no del todo acertado y definitivamente mucho más extraño pero fue así. Sentado nuevamente esperando a que el tren llegara, me puse a recordar mi primer encuentro aquella noche con ella, quien llevaba un vestido azul corto, y unos lentes de medida que hacían mucho más interesante su belleza física, ya que su belleza interior todavía la conocería más adelante, estaba junto a un grupo que parecían ser sus amigos, algo en ella me atrajo desde que la vi, tal vez era esa peculiar forma de moverse al ritmo de la música, o quizá aquella sonrisa imborrable que hacía que el ambiente bullicioso y psicodélico se convirtiera en el lugar más cálido, calmado y acogedor en el que jamás había estado. Me gustaba observarla, y después de pensarlo varias veces y de tomar un shot de tequila (varios en realidad) me atreví a acercarme a ella y preguntarle si quería bailar conmigo; el bailar se me daba fatal, sin embargo no me importaba, sólo quería conocerla y moverme al rito de la música estridente junto a ella.
Después de bailar buen rato, desapareció como si se la hubiese tragado la tierra, y a partir de ese entonces vivía siempre en mis recuerdos más preciados, y así fue cómo la conocí.
Todavía en la estación del tren esperando a que éste llegara me puse a observar alrededor y vi que había mucha gente, bastante en realidad, aguardando la tan esperada partida, sin embargo todos parecían ser vehículos vacíos, sin emoción alguna, pensé quizá llevaban esperando mucho más tiempo que yo, y por un momento me entró un terrible pánico, pues no quería quedar como ellos. Fue entonces cuando alguien me tomó del hombro y me saludó, era ella, lo supe incluso desde antes de girar la mirada, pues ese dulce aroma que siempre desprendía se había quedado grabado en mis recuerdos produciendo una sensación de alegría y tranquilidad, algo parecido a lo que algunas personas sienten cuando abren y huelen un libro nuevo.
jueves, 28 de diciembre de 2017
Viaje
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