Eran años buscando respuestas, años viajando, deambulando y visitando a hombres y mujeres vestidos de blanco, todos ellos con un semblante muy cercano, todos con con carencia de empatía y sentido de afectividad alguna. Eran años de pieles incrustadas por aguijones de metal frío y oxidado; años de habitaciones oscuras y de drogas legales por doquier; de ojos artificiales que exploraban cada zona interna del ser como si se tratara de alguna especie de bicho usurpador, en busca de alguna anomalía o de alguna patología. Mientras tanto su voz se apagaba lentamente, y el liquido rojo que arrojaba por su medio de comunicación se hacía cada vez más constante, como si su cuerpo se negara a drenar sangre hacia su corazón prefiriendo así expulsarla por el desagüe de los sueños rotos y consumiendo sus ganas de vivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario